Daniela se considera una mujer enamorada del deporte. Lleva años practicando ininterrumpidamente actividad física y no la dejaría de lado por ninguna circunstancia.

“Soy full deportista, entreno a diario, hago spin­ning, cor­ro mara­tones y el aer­obox es mi ejer­ci­cio full. Lle­vo 15 años real­izan­do activi­dad físi­ca (…) El deporte para mí es salud, es vida. Puedo estar muy cansa­da pero entreno igual. Sal­go a cor­rer o voy a la pisci­na, porque al ir me renue­vo”.

Daniela es mul­ti­facéti­ca, va en su ter­cer año de teatro, es emprende­do­ra con los pro­duc­tos sin azú­car que ella pro­duce; es madre de tres hijos y una fer­viente alum­na de aer­obox.

“Lle­vo tres años en el taller de aer­obox. Después de la pan­demia unas ami­gas me con­taron de los talleres y me inscribí. Estoy feliz por ello (…) El aer­obox es parte de mi vida, porque para mí es el mejor car­dio, uno ejerci­ta todo el cuer­po. Es lo máx­i­mo. Mi sueño es cer­ti­fi­carme como instruc­to­ra. Me encan­ta trans­mi­tir­le a la gente que esta dis­ci­plina es mar­avil­losa”.

Después de un com­ple­jo episo­dio famil­iar, Daniela cal­i­fi­ca al Aer­obox como una ter­apia sanado­ra.

“Estoy muy agrade­ci­da, porque en él encon­tré una vía de escape, una ayu­da increíble después de un episo­dio famil­iar com­ple­jo que viví, me sirvió como ter­apia, mi mejor ter­apia. Hoy me per­mite no tomar medica­men­tos y dormir ple­na­mente.
Val­oro y agradez­co esta ini­cia­ti­va de la Cor­po­ración del Deporte. Es de gran ayu­da, por ello, los insto a que real­i­cen activi­dad físi­ca, que se arries­guen, que se atre­van, eso es esen­cial. El deporte apoya en todo sen­ti­do mi vida, es como mi pare­ja, me casaría con él diez veces”.